¿Meta o punto de partida?

Bárbara Sepúlveda Sánchez

Estudiante de Derecho UC, tercer año

Noviembre 2019

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Señor director,

Con el Acuerdo por la Paz, finalmente se ha abierto la tan ansiada puerta hacia una nueva Constitución. Desde una mirada cultural, es cierto que nuestro país necesita una nueva Carta pues es una forma de cerrar finalmente un capítulo y llevar a cabo lo que historiadores han llamado un proceso de desmonumentalización, esto es, eliminar del escenario actual aquellos elementos que constituyen el legado de figuras, como Augusto Pinochet, que hasta el día de hoy son motivo de división y dolor en el pueblo chileno. Es un proceso que deben vivir los países como una forma de sanar heridas y seguir adelante como sociedad.

Sin embargo, es preocupante ver las expectativas que se tienen con respecto a esta nueva Carta. Está claro que el estallido social no surgió de la nada, sino que responde a una trayectoria de años de problemas en materia de seguridad social, entonces cabe hacerse la pregunta ¿es la Constitución la solución al problema de fondo o es una maniobra política para calmar las aguas?

Desde este punto de vista, si queremos solucionar aquello que motivó a los chilenos a salir a las calles, la Constitución no basta. Una Constitución está llamada a definir el marco dentro del cual deben moverse los distintos actores de la sociedad. Se configura de este modo como la base sobre la que construimos el edificio en que queremos vivir, pero ¿si cambiamos la base y no el edificio notaremos realmente la diferencia?, ¿dejaremos de pasar frío en el invierno?

Si esta nueva Constitución no va acompañada de una reforma profunda del sistema estatal y los servicios públicos, entonces cambios como incluir el amparo del derecho a la salud en el recurso de protección, sólo generará que la larga espera, hoy en los consultorios, se mueva a los tribunales.

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