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Derecho a la Salud en Chile: el gran negocio del Estado subsidiario

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  • 14 abr 2021
  • 8 Min. de lectura

Amaya Villagra González.

Estudiante de segundo año Derecho UC.

En 1980 se consagró la municipalización de la atención primaria en salud , razón por la cual esta quedó fuera del control directo de la administración pública. El hito que da paso a esta realidad fue la promulgación de la Constitución Política de Chile en dicho año, que consolidó, asimismo, el nuevo rol subsidiario del Estado. A raíz de lo ocurrido, nuestro sistema de salud se ha visto profundamente reformado, ya que el Gobierno no se ha preocupado directamente de su financiamiento y mantención y le ha dejado este trabajo a los municipios, los cuales claramente difieren entre unos y otros en capacidad económica para sustentar una salud igualitaria para todos.


Según la Constitución Política de la República en su Art. 19. N°9 , el derecho a la salud debe ser protegido y el acceso a ella debe ser libre e igualitario; sin embargo, “no hace mención de que los problemas en salud son de carácter colectivo y que suelen estar en función no solo del acceso al sistema sanitario, sino que dependen mayormente de las condiciones de vida de la población” . Por lo tanto, ¿cómo alguien sin los recursos suficientes va a poder elegir entre un sistema público o privado, si no tiene los medios para optar a este último? Situaciones como estas, desprendidas de la promulgación de nuestra actual carta fundamental, presentan un problema grave para la sociedad chilena y un desafío pendiente para los gobiernos futuros.


Para comprender por qué decimos que el sistema de salud actual presenta un problema grave para la sociedad chilena, es necesario precisar qué se entiende por derecho a la salud. Según las Naciones Unidas, “el derecho a la salud no debe entenderse como un derecho a estar sano. El derecho a la salud entraña libertades y derechos. Entre las libertades figura el derecho a controlar su salud y su cuerpo, con inclusión de la libertad sexual y genésica, y el derecho a no padecer injerencias, como el derecho a no ser sometido a torturas ni a tratamientos y experimentos médicos no consensuales. En cambio, entre los derechos figura el relativo a un sistema de protección de la salud que brinde a las personas oportunidades iguales para disfrutar del más alto nivel posible de salud”. Acorde con esta fuente, el derecho a la salud se debe dar no solo en el aspecto físico, sino que debe asegurar libertades y derechos también, situación que en Chile no ocurre en su totalidad, ya que, si bien todos tenemos acceso a salud, esta no es distribuida equitativamente.

En nuestro país tenemos un sistema de salud deficiente y desigual debido a la pérdida del rol del Estado benefactor, reemplazado por un Estado subsidiario. Esto se puede demostrar mediante cifras que reflejan que nuestro sistema posee una valoración muy baja dentro de sus mismos usuarios. Así, la insatisfacción en la clientela del sistema público (FONASA) llega a un 55%, mientras que en el sistema de ISAPRES llega a un 45% , cifras que dejan en claro que este sistema no ha dado los resultados esperados, ya que, si estuviera cumpliendo su cometido, las valoraciones de sus usuarios así lo reflejarían.


Entonces, ¿estábamos mejor cuando el Estado cumplía un rol benefactor, o lo estamos ahora que cumple un rol subsidiario? A raíz de esta pregunta surgen a lo menos dos posturas. La primera avala “la idea de que el Estado deje la distribución del cuidado sanitario al libre mercado, renunciando a su política impositiva tendiente a asegurar a los más pobres un mínimo sanitario decente” , es decir, que el Estado debe cumplir con un rol meramente subsidiario y regulador, y dejar a los usuarios elegir el sistema que estimen convenientes. La segunda, por su parte, que es la que defiende este ensayo, “busca fundamentar una obligación directa para el Estado de mantener adecuadamente un sistema sanitario que garantice el “derecho al cuidado sanitario mínimo” para todos”, es decir, que el rol del Estado sea benefactor, para garantizar que el acceso a la salud sea libre e igualitario como se asevera en nuestra Constitución. Estas posturas contrapuestas están plasmadas en dos teorías de la justicia distributiva, la teoría del libertarismo y la teoría del liberalismo igualitario respectivamente.

Por lo explicitado anteriormente, el objetivo de este ensayo es demostrar por qué el rol del Estado en una sociedad debe ser benefactor y no subsidiario para poder asegurar efectivamente la igualdad en derecho a la salud que se afirma en nuestra Constitución. Por todo lo dicho anteriormente, la tesis que va a defender este texto es: se debe volver al rol del Estado benefactor para garantizar efectivamente lo propuesto en el artículo 19 N°9 de la carta fundamental en Chile. Para cumplir dicho propósito se desplegarán dos argumentos. En primer lugar, uno de causa-efecto, en el cual se expondrán distintas razones para respaldar y demostrar cómo el rol del Estado es causante, en gran medida, de la desigualdad de nuestro sistema de salud, mediante el análisis de algunas fuentes. En segundo lugar, otro por analogía, en el cual se expondrá un caso de un país en donde se ha implementado este rol subsidiario del Estado en salud y ha dado resultados parecidos a los de Chile, como es la situación de Estados Unidos.


En primer lugar, en Chile nuestro rol del Estado ha sido influido fuertemente por el neoliberalismo consagrado en los años 80, situación que lo ha llevado a ser meramente subsidiario hoy en día, como se ha afirmado anteriormente. Para el sistema de salud, este nuevo rol ha traído consecuencias desfavorables, ya que hemos pasado de un sistema parcialmente igualitario a uno con falta de igualdad en oportunidades y segregador. Esto se debe en gran medida a la mala distribución de recursos en el área de la salud que ha sido avalada por este Estado subsidiario, a causa de la cual el gasto fiscal social en salud ha disminuido considerablemente: en 1974 alcanzaba un 17,5% del presupuesto estatal y solo llegó a cubrir al 70% de la población, mientras que en 1989 llegó apenas a un 6,9%, pero abarcando un 80% de la comunidad. Goyenechea ilustra muy bien esta mala distribución de recursos, mostrando cómo se incentivó la expansión de una extensa red de prestadores privados, cuyo crecimiento ha sido, muchas veces, a expensas de dineros públicos . Esta es una cuestión insólita incluso hasta el día de hoy en que la población ha crecido pero el gasto en salud no ha aumentado considerablemente. Esto fue exhibido por la cuenta pública 2018, en la que se afirmó que el gasto fiscal en salud llegó solo a un 8.1 % del PIB en 2017 . Con estos datos queda reflejado que si bien el gasto ha aumentado respecto de 1989, aún no es suficiente para las 17.574.003 personas que viven en Chile. La información expuesta deja en evidencia la responsabilidad e injerencia que ha tenido el Estado subsidiario en el aumento de la inequidad en nuestro sistema de salud, en el cual los que no poseen los medios suficientes deben acceder a un sistema público, al cual claramente no se destinan los recursos necesarios para asegurar un mínimo básico de salubridad. Por esto es que se debe retornar al rol benefactor del estado, con el fin de que no solo los que pueden pagar tengan acceso a un sistema salubre digno.


En segundo lugar, otro ejemplo del rol subsidiario del Estado está plasmado en Estados Unidos, en donde se consagra un modelo “que considera que la actividad del Estado debe estar limitada al mantenimiento del orden público y a la defensa de los derechos de propiedad y libertad evitando intervenir, por medio de mecanismos redistributivos, en el reconocimiento y garantía de derechos positivos”. Esta concepción del rol del Estado es común en la mayoría los países del orbe occidental, no solo Chile, países en los cuales prima fuertemente la doctrina neoliberalista. Esta doctrina se define como “una teoría de prácticas políticas económicas que proponen que el bienestar humano puede ser logrado mejor mediante la maximización de las libertades empresariales dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad privada, libertad individual, mercados sin trabas, y libre comercio” . Sin embargo, a pesar de que se privilegian las libertades empresariales, los mercados sin trabas, la libertad individual y el libre comercio, los gastos fiscales en salud del país norteamericano fueron estimados en 3 trillones de dólares en 2001 y se espera que para 2024 alcancen los 5.4 trillones, un monto no menor si se compara proporcionalmente con Chile.


No obstante lo anterior, este modelo neoliberalista y subsidiario ha llevado a los americanos a posicionarse al final de las listas de países desarrollados en temas de salud, a pesar de los altos gastos que poseen en el área, y “existen casi 47 millones de sus habitantes que no están asegurados y cerca de 25 millones que poseen una cobertura insuficiente para sus necesidades” . Esto deja en evidencia la mala distribución de recursos que Norteamérica posee en el área de salud, misma situación que ocurre en Chile, lo que repercute gravemente en su población. Es preciso comentar que esta analogía con Estados Unidos es funcional al caso chileno, ya que ambos países poseen semejantes formas de gobierno -en caso de Estados Unidos, la organización interna de cada Estado- y el mismo sistema económico, razón que los ha llevado a tener resultados similares en el área de salud. Además, este país del bloque occidental es considerado un referente a seguir por los países del bloque sur de América, motivo que lo hace una fuente de comparación no tan lejana, como lo son los países europeos.


En conclusión, la ausencia del rol benefactor del Estado ha impedido que se cumpla a cabalidad lo consagrado en el artículo 19 N°9 de nuestra Carta Fundamental, lo cual ha repercutido de manera negativa en nuestra población. No se puede negar el hecho de que luego de instituir la subsidiariedad del Estado la salud pública se vio gravemente afectada, en los términos expuestos anteriormente. La baja del gasto fiscal en salud y la mala distribución de los recursos han llevado a que nuestro sistema de salud sea deficiente y segregador, lo cual, además, ha quedado en evidencia con el colapso de los hospitales en la actual situación de pandemia, en la cual Chile ha sido catalogado como el segundo país más afectado de América Latina . Unido a esto, uno de los países que es potencia mundial hoy en día y posee el mismo rol subsidiario del Estado que Chile, ha tenido los mismos resultados deficientes en salud, situación que demuestra que el caso de nuestro país no es un caso aislado, sino que el problema nace a raíz de un sistema completo, que desde su origen presentó fallas de aplicabilidad.


A raíz de este estudio, sería interesante que Chile se replanteara la adopción del sistema subsidiario, más aún luego del gran estallido social ocurrido en 2019, en el cual ha quedado demostrado el descontento de la ciudadanía en variados temas, dentro de los cuales está nuestro precario sistema de salud. Los gobiernos futuros deben poner en tela de juicio nuestro rol actual del Estado, el cual debe ser eliminado para garantizar a todos nuestros compatriotas una calidad de vida digna que no quede solo en las palabras, sino que sea una realidad viva.



Bibliografía citada

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Normas citadas

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA DE CHILE (1980).



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